El Partido del panteón
¡Por fin, llegó el día del partido! El de las ansiosas almas que esperan la función, dos equipos bien armados, deportista se entregan para llevarse la medalla al mejor. El equipo del Panteón de Dolores se enfrenta al del Panteón de los Queretanos Ilustres.
Los tickets ya están a la venta, precios asequibles garantizan una absoluta audiencia que llenará el estadio. Una muela de oro para las butacas de oriente y occidente, dos muelas de oro para el palco presidencial. Las calaveras, ordenadas y eufóricas pagan sus entradas y van en busca de sus asientos, para presenciar el partido que venían esperando desde hace un año.
Es un espectáculo visual el observar al público, que viste sus mejores galas para este momento, calaveras de profundos, grandes y negros ojos, enormes sombreros, los caballeros de charro y las damas con sombreros de paja de colores o al natural decorados con flores, además muchas de ellas llevan rosas, pompones y plumas destacando sus bellos cráneos. Esbeltas son sus figuras, no hay obesos, todos ellos son delgados y delgadas vistiendo lo mejor de su ropero.
Las luces iluminan el estadio, el verde pasto se ve difuminado bajo las tinieblas húmedas del frío que cala hasta lo más profundo de los huesos. Los vendedores no se dejan esperar, ellos saben que cuando empiece el partido nadie los va a querer escuchar, empiezan a ofrecer sus productos: ¡ Atole, tequila, tamales, mole, pan de muerto y frutas! Tampoco falta la música y mucho menos las flores. Las damas coquetean, y se dejan alagar por los ansiosos caballeros que no están dispuestos a dejar pasar la oportunidad.
¡Atención, atención!
Se escucha desde el megáfono, que anuncia el inicio del gran partido. Los futbolistas de Dolores, entran gritando, las piernas huesudas se tambalean, pero están firmes, aunque graciosamente enclenques bajo los amplios pantalones, ellos sonríen mientras saludan eufóricos a su público.
El equipo de los Queretanos Ilustres, no se queda atrás, entran decididos, sacuden el húmero y el cúbito saludando a sus amigos y admiradores, denotan la seguridad de ser los ganadores al final. Nuevamente el megáfono retumba junto a una tétrica y aguda voz que dice:
¡Qué inicie el partido!
El no menos elegante arbitro, viste un elegante sastre negro, una camisa roja con una rosa roja en el ojal. Da el primer pitazo y el partido no se deja esperar. Los Dolores cogen la bola, corren entre pases intercalados aproximándose al arco contrincante, ah… Pero los Queretanos Ilustres, no se dejarán ganar, son aguerridos y les quitan la pelota, en cada pelotazo vuelan tibias y peronés, los que rápidamente son puestos en su lugar, la experiencia de los jugadores deja estupefactos al público que no deja de aplaudir y gritar.
En cada aplauso se disparan las falanges, trapecios, radios y los escafoides vuelan, al público, no le importa cuál cogen, si es, el del vecino contrincante o el propio lo importante es ponerlo en su lugar y poder aplaudir una y otra vez más.
Así cada vez que había un apagón, don Gonzalo contaba a sus tres niños, esta divertida historia, no importaba que equipo ganará, lo importante era disfrutar y festejar de ese dos de noviembre, en el cual familiares y amigos entregaban los regalos que llenarían de energía y cariño a las almas que yacen vivas hasta la eternidad.
Sabrina y la bruja
Sabrina era una niña, la que siempre antes de dormir soñaba con los maravillosos cuentos de hadas, l que su padre le contaba cada noche.
Príncipes en su caballo, conquistando a bellas jovencitas; hadas que hacían milagros, premiando a desvalidas, regalándoles castillos y un príncipe que las llevara siempre de su mano.
El tiempo pasa mucho más rápido de lo que nos podemos imaginar. en un abrir y cerrar de ojos, Sabrina se había convirtido en una mujer, era alta, guapa, inteligente y llena de energía. Una mezcla interesante de mujer aguerrida y de carácter fuerte muy definido, sabía claramente lo que quería y lo que no, no se andaba con medias tintas, su madre le había enseñado que era mejor una rosa roja que muchas rosadas, con esto le quiso decir que era mejor no irse por las ramas y por dura que fuera la verdad o su apreciación en cualquier sentido o sitaución debería de expresarla y ser consecuente, así se evitaria malos entendidos.
Sin embargo, Sabrina no sólo era esa mujer decidida y luchadora, muy dentro de sí llevaba una niña juguetona, pícara e inocente, la misma que prontamente se dejaba ver cuando adquiría un poco de confianza, esa niña era vulnerable, lo que la hacía muy frágil, y por ello que Sabrina, decidió esconderla de las personas que no conocía.
Sabrina, no estaba preparada para la vida, vivivó en el país de las maravillas, dentro de un huevo lleno de amor confirmado por su familia.
El mundo la esperaba y ella, llena de ilusión y sin miedos, se fue enfrentando a las miles y unas de cosas que la vida trae consigo, en ocasiones arriba y en otras abajo, pero siempre volvía a sostener el timón con las dos manos, y continuaba la vida en un navegar sereno.
Un día, se cruzó en su camino a una persona, ella no era su amiga ni enemiga, esta persona era mala, manipuladora, mentirosa y cruel.
Sabrina, tuvo que aprender de la peor manera una terrible lección, aprender con golpes en el alma y con lágrimas que ahogaron sus días , sus noches y a la vez destrozaron durante una larga agonía s su corazón.
Aprendió que los cuentos que su padre le leía, no sólo están en nuestra imaginación, también pueden verse reflejados en la vida diaria como si fuera la peor película de terror.
Existen dulces y buenas hadas, las que hacen milagros regalando amor, existen príncipes a caballo con galardón, fieles y enamorados de la dama que será lo más grande y su eterno amor.
Lamentablemente, estos últimos son especie en extinción, pero lo que sí abundan son las brujas, narigonas y peludas con escasos rizos que chorrean el veneno de la escoria que tienen por corazón.
Protegida por las ramas de unos arbustos bajo el abrigo de un árbol, en medio de la soledad y el silencio que habita el bosque, Sabrina, lloraba su angustia y desconsuelo, el mundo se le venía encima, y no entendía lo que le estaba sucediendo. Sentía una tremenda culpa, aunque no estaba clara de ¿Porqué?,
Se sentía desolada, una angustia le presionaba el pecho sin permitirle respirar con naturalidad, se ahogaba en su dolor y en sus propias lágrimas. Sin que lo imaginara, ella intuía, lo que a corto plazo el futuro le traería, algo tan espelusnante que la destrozaría aún más..
Esa bruja mala apareció en su vida, se quito la máscara, era de las brujas la peor, vieja, pequeña, con un cuerpo doblado como el de una rama chueca, palida, narigona, innumerables arrugas formaban su horroroso rostro, tenía muy poco pelo y este era rizado, entre blanco y castaño, el que salia disparado de su cabeza, como cuernos de el peor del más temible de los demonios.
Esta espeluznante criatura no tuvo motivo alguno, sin embargo se lleno de envidia e ira al ver la dulzura e inteligencia de la joven Sabrina, que había salido adelante sin tener que utilizar el nombre de algún pariente para ella poder brillar.
Sabrina, era tan mujer que no necesito demostrar con un árbol genealógico lo que ella era, Su vida y los éxitos que obtuvo, los consiguió sola, y se podría decir que hasta cierto punto, ella logró casí todos sus objetivos, y sueños a fuerza de arduo trabajo sin colgarse a titulos ajenos.
La bruja, disfrazada de actriz, se asomó a su entorno y la envidia embargo lo poco que le quedaba por corazón, se inmiscuyó en la vida de Sabrina, sin que ella se pudiera dar cuenta. Se convirtio en una arquitecta, la que hizo huecos profundos sobre lo que Sabrina había construído con bases sóidas y profundas. Los huecos que esta bruja arquitecta había construído con dedicacón, fueron precipicios bien trabajados, los que lograron, que el edificio de Sabrina empezará a tambalearse, y cuando ella, tomo cuenta de la presencia de tan aberrante y perversa criatura, había logrado a base de hechizos, brebajes y mentiras, ya era muy tarde, todo estaba casí destrozado.
Se escondió en el bosque, lloro sus penas al abrigo de los arboles, se consoló con el llanto del rocío y con el correr del dulce río. Mirando al cielo busco en su imaginación el rostro de su padre y le pregunto;
_ ¿ Porqué no me dijiste la verdad? _
_Creí que las brujas, sólo existian en los cuentos y no en la vida real._